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Sacred Mountains

Living People

 Mytikas

 

Unos "días" después de que los humanos nos pusiéramos de pie, surgieron las preguntas, pero no aparecieron respuestas. En aquellos remotos tiempos, el ser humano era un componente más del ciclo de la naturaleza, cuyas manifestaciones más poderosas eran sentidas como expresiones de lo desconocido, de lo sobrenatural. Los volcanes entraban en erupción, en las altas cumbres montañosas se citan rayos y truenos, tormentas, vientos y nubes. Todas fuerzas poderosas e incontrolables capaces de aniquilar a una persona en un instante; que generaban sentimientos de insignificancia y de miedo.

El medio físico en el que se fueron desarrollando las sociedades, ha influido en su desarrollo espiritual y en sus creencias.

 

Desde las más altas cumbres hasta modestas colinas que emergen sobre la llanura, las montañas han sido veneradas como centros del universo o fuentes de vida; lugares con poderes sagrados para innumerables sociedades y culturas que han poblado el planeta. Su sacralidad ha sido percibida por el hombre de muy diferentes maneras:

- Montañas que han sido señaladas como lugaresde revelación, que han generado mitos, creencias y prácticas religiosas. Los budistas, hinduistas, jainistas y seguidores del Bon han situado en el Kailash el centro del mundo. Los cristianos sitúan en el monte Sinaí el lugar dónde Dios entregó las Tablas de la Ley a Moisés.

- Cumbres en las que se establecen templos de adoración. El Sri Pada es venerado por varias religiones. En lo alto se ha "encontrado" la huella del pie izquierdo de Adán, de Bhudda, o de Shiva...                                                              

- Montañas que marcan un hito geográfico por su localización, por su altitud, su aislamiento o cualquier otra característica física notable. Los indios navajos tienen delimitado su territorio ancestral por cuatro diferentes montañas sagradas, entre las que destacan los venerados Picos de San Francisco. Los aborígenes australianos respetan el Ulurú, gran hito pétreo en el centro del desierto.    

- Macizos montañosos que han sido el origen de los ancestros de algunos pueblos. Los lepchas de Sikkim consideran el Kanchenjunga como la fuente de la que nacieron el primer hombre y la primera mujer. El Chimborazo (hombre) y el Tungurahua (mujer) son los padres de los Puruha.

- Montañas consideradas cómo espacio de auto-realización, renovación y de inspiración artística. Desde la época de las dinastías chinas, las montañas Huangshan han sido fuente de renovación espiritual; así como inspiración para la pintura tradicional china. El monte Fuji es el símbolo de todo un país.        

- Picos asimilados a dioses o morada de dioses. Para los polinesios, el Kilauea es el hogar de la diosa Pelé. Para los maorís las montañas son dioses y guerreros. El volcán Tongariro es el líder supremo de la tierra.                                                                         

 

La montaña es el vínculo entre la tierra y el cielo, el camino por el que el hombre puede acercarse a la divinidad. No todas las sociedades han mirado con reverencia hacia lo más alto. Algunas tribus originarias de Estados unidos (navajos...) sitúan a sus sagrados ancestros en el interior de la tierra; pero fue por las montañas (montañas de La Plata) por donde aparecieron en nuestro mundo. Otras culturas consideran a los volcanes como puertas de entrada al mundo subterráneo, como el volcán islandés Heklaen el que la posterior llegada del cristianismo sitúa el infierno.En cualquier caso, las montañas han sido o siguen siendo la puerta de entrada a la eternidad. En paisajes montañosos de extraordinaria grandeza es fácil sentirse parte de ellas, en una especie de hogar ancestral para toda la especie humana.

 

Cumbres emergiendo entre un mar de nubes, afiladas crestas bajo la tormenta o torturados glaciares descolgándose valle abajo; todos evocan mundos extraños, diferentes al que vemos todos los días. Lugares de gran belleza y con un extraordinario poder. Las fuerzas de su creación sugieren el poder de lo sobrehumano, de lo sagrado. Cualquier persona, creyente o no creyente, se conmoverá ante el poder natural de las montañas, a las que regresamos una y otra vez.

Peregrinaciones de variada condición, a lo largo y ancho del planeta, llenan de devotos de muy diversas creencias y religiones las laderas de múltiples paisajes montañosos. Los peregrinos postrantestibetanos que circunvalan el Kailash, pasando por collados nevados a 5600m.Los Tenggerese, hinduistas de la isla de Java ascienden a lo alto del cráter del volcán Bromo el decimocuarto día de la YadniaKasada, y entregan ofrendas para aplacar la furia del dios de la montaña.Varios miles de personas ascienden al Croagh Patricken Irlanda, cada último domingo de julio.

Incluso en nuestro tecnificado y moderno mundo, en el que las creencias permanecen más en el ámbito de lo privado que en ceremonias públicas, la montaña es considerada como templo de los más altos ideales y aspiraciones del hombre y ha permanecido como lugar de desarrollo espiritual del individuo, por encima de dogmas religiosos. Es una idea compartida por montañeros de diferentes culturas, que la exploración de las montañas conduce al descubrimiento de uno mismo. A pesar de la dureza y del miedo que encontramos en las alturas, volvemos a ellas buscando algo que no somos capaces de expresar con palabras.“Sentir” la montaña es más importante que intentar explicarla. Escalar una montaña es un rito de iniciación, un encuentro con uno mismo, una búsqueda de alimento espiritual. Alcanzar las más altas cumbres requiere de esfuerzos y sacrificios supremos, intentando superar los propios límites yllegando incluso a poner en peligro la propia vida. Rasgos que se pueden rastrear en los más variados cultos religiosos.

Cuando ascendemos a una cumbre siempre hay algo escondido más allá del horizonte; no importa lo lejos que alcance nuestra mirada. De manera similar, en el encuentro con lo sagrado también intuimos una realidad que se extiende más allá de los límites de lo conocido.

Modernas corrientes ideológicas otorgan un carácter sagrado al universo en el que todo es interdependiente y merecedor del mayor cuidado y preservación. Muchas culturas primigenias observan también un mismo respeto y veneración hacia la naturaleza,en la que todo está unido esencialmente en un sentimiento profundo de la unidad de la vida y de los seres vivos, con su medio geográfico.

Las montañas se nos presentan como una nívea visión de algo puro y eterno, más allá de la corrupción del tiempo. Un tiempo medido en escalas que trascienden las dimensiones humanas. Solamente los dioses tienen acceso al trono de sus cumbres.

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